Domingo nace en un mundo que ha perdido la sensibilidad, que ha perdido esos pequeños detalles que vuelven algo cotidiano en una sensación extraordinaria.
El notar la delicadeza de las hojas de un libro antiguo al rozarlas y ser capaz de abstraerse de la multitud entre sus pliegues. Las ligeras y dulces muecas que nacen del bienestar incluso nadando en medio del caos.
Nos ha consumido el interés, el “yo primero”, el“mejor no siento” así no hay nada que destruir. Lo que no piensas es que en consecuencia, jamás tendrás nada construido.
Los domingos la vida siempre se ve de otra forma. Y así nace domingo donde entrelazo mis dos pasiones, la escritura, que divido en sesiones y la fotografía que congela momentos.